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jueves, 29 de marzo de 2012

Apocalipsis

Soy el que soy. Así de simple. No me autoengaño con una religión ni me desvivo por un antagonismo. Soy quien debo ser, donde debo serlo, en el momento necesario. No es hipocresía, es evolución. Soy un ser viviente, más animal que humano, cambio según las necesidades de supervivencia como lo marca la ley natural.

Creo en el bien y en el mal, pero de una manera pura, no establecida por patrones de conducta. Soy animal, lo he dicho y trato de serlo hasta en mis encrucijadas, decidir como decidiría un perro o un gato, con una convicción y una sinceridad lo más precisa, que mis palabras no sean articulaciones fonéticas que le quitan el sentido a las cosas, que mis palabras sean ladridos y maullidos que describan la esencia pura del mundo.

Que sea un cínico, eso es muy diferente, es parte de la naturaleza: fingir, camuflarse, correr, morder, lo que sea necesario para sobrevivir.

He amado, me he emborrachado, he probado lo ilegal y me he escondido de la inquisición actual. Tengo miedos y también tengo enfermedades mentales, filias oscuras. Soy un sociópata que no mataría, al menos que sea por vivir. Me he masturbado. He sido el hombre con el que algunas mujeres le han sido infieles a su pareja.

No sé si tenga la marca de Caín o sólo usurpo el nombre. Pero he sido desterrado, vetado, me han echado a un lado y me han juzgado, han intentado dañarme y no lo han logrado para hacer flaquear mis instintos. No soy un músico, pero me gusta pensar que soy mejor que muchos.

Creo que Dios existe pero no que sea el dueño de una franquicia titánica. Sé que el demonio existe, ahí está, dentro de nosotros, en esas partes oscuras de nuestra mente, ansioso por salir, en esos pensamientos que nos enferman.

Creo que el final de todas estas barreras racistas, ellos son compañeros, amigos que no compiten. Porque tan necesario es la luz de las sombras como, así mismo, las sombras no existirían si no hubiera luz fuera de ellas.

No soy un gregario religioso ni un cofrade satánico. No me agradan los negocios y los intereses de ninguna de las dos partes. Soy una mezcla de los dos homónimos. Muchas veces ayudo sin esperar nada a cambio, sin ver a quién y nunca pongo mi otra mejilla. Te respeto, pero no más que a mí.

Apoyo los siete pecados capitales porque para mi naturaleza no son pecados, son cualidades que me hacen un ser vivo. Apoyo las buenas obras siempre y cuando merezcan ser apoyadas.

Creo en el conocimiento natural y no en el forzado. Aprender con experiencia e inteligencia y callar para dejar que todos sigan viviendo y no con arrogancia y estupidez y gritarlo a todo el mundo.

Soy Josué Madrigal, un sobreviviente.

Soy Nueve, pero si no entiendes el significado de este alter-ego de figura femenina, pelirroja, nunca me llames así.

domingo, 4 de septiembre de 2011

La infernal tragedia

Andrea Vázquez caminaba de un lado para otro, no dejaba de maldecir el día en el que aceptó aquel trato. Miraba el reloj, eran las 12:13pm menos dieciocho minutos. La carta que había encontrado en su casa, en un sobre rojo, y escrita con una caligrafía hermosa, era un cincel esculpiendo el miedo dentro de ella:

“Señorita Andrea Vázquez.

Por medio de la presente quiero hacerle de su conocimiento que me encuentro muy inconforme con los hechos que han sucedido entre antier y ayer. De la manera más respetuosa no solicito una cita en su consultorio, más bien, exijo que me espere a las 12:00pm para tratar el asunto relacionado con nuestro acuerdo. Me despido por el momento. Su servidor.

(La firma que será omitida para no pagar derechos)


Una hora antes, casi en el momento en el que Andrea recibía aquella carta, una conversación telefónica se daba a unos kilómetros.

(Timbre mp3 de una canción de reguetón)

-¿Bueno?

-Hola, Colis, Soy Enemesia. Me he tratado de comunicar contigo estos días.

-No manches. No me la vas a creer. Acabo de salir de la delegación. Cómo ves que estaba acusada de aventar a un tipo de un edificio.

-Wey ome.

-Sí, salió hasta en el periódico, en El fisgón del centro.

-Tú eras la de la nota de hace unos días.

-Sí, wey. Ira, nomás no vayas a decir nada. Ya ni te dije, era mi primera semana trabajando en las oficinas de ese periódico, hasta te iba a conseguir el cel de la Madame Salustia.

-Doctora, es doctora Madame Salustia. Pero eso no dijeron en el periódico.

-Pos no, a poco crees que iban a ponerlo como fue, sucediendo en sus instalaciones. Pero pinches reporteras hicieron leña de ahí.

-Mira, orita te caigo en tu casa, me animé a ir al consultorio de la Doctora Madame Salustia. Saliendo voy pa allá, pa que me cuentes bien.

-Sale, aquí te espero.


Andrea Vázquez se asomó a la sala de espera de su consultorio, estaba vacía, el timbre del teléfono de su escritorio sonó. Con miedo levantó la bocina.

-Consultorio de la Doctora Madame Salustia, habla ella en persona, los astros me dicen que tienes un problema.

-¿Andrea? Mamona, soy Libertad. Un favorsote. Ya sabes cómo somos de herméticos en la chamba, necesito que no digas nada de que fue del edificio del trabajo de donde se cayó el Pozoles.

-Ah, Igual que con Pacheco López.

-¿Quién?

-Pacheco, el de redacción que se cayó también de las oficinas.

-Ehmm, no, no doy con él.

-Por el que la otra de redacción, la nueva, Escolástica Pineda, fue a parar a la delegación porque pensaban que ella lo había aventado.

-Ah, a la que le decían la Colis.

-Sí.

-Ándale, así merito. De hecho hoy salió libre. Ya anda Esperanza cubriendo esa nota.

-¿Y eso? Ustedes siempre andan juntas, ya hasta se escucha en los pasillos “la Liber y la Hope se andan dando”

-Ah, qué pinches, no we, no mames. Pero mira, lo que pasa es que como se mató el Pozoles, ella tuvo que ir a cubrir ese chow que le tocaba a él y pos yo ando en este otro bisne.

-Ok, tons no digo nada. Pero pos hay gente que va a saber que fue de las oficinas.

-Tú déjalos, son pocos ¿Cómo dices que se llamaba el otro wey que se cayó?

-Pacheco López.

-Pos me suena pero no me acuerdo bien, un wey equis, seguramente. Cabrona, cómo tú si te acuerdas.

-Tengo que, esos nombres no se olvidan.

-Pinche loca, andas empeyotada ¿edá?

-Ora, tú también. Ya estás como el Gumaro. Por cierto ¿cómo está?

-Pos estable, inconsciente pero vivito. Antes no se nos mató como el wey del Pozoles, sepa cómo le hizo pero fue a dar al piso de abajo en lugar de embarrarse en el pavimento. Sale, nos vemos mañana en el periódico, haber con qué jaladas de los astros sales.

-Pos con las mismas que digo en el noticiero y en la radio. De rato.


Andrea colgó. Pasaba de las 12:00pm, eso hizo que se pusiera más nerviosa. Por un momento pensó que su invitado forzoso no iría, pero eso era nulamente probable, él era de los pocos que siempre cumplían sus promesas. Tres minutos después, él apareció, su voz hizo que las rodillas de Andrea temblaran como la última vez que tuvo relaciones sexuales.

–Buenas tardes, Andrea –dijo el sujeto apuesto, con playera negra, pantalón de mezclilla deslavado y tenis conbers –. Disculpa la tardanza, ya sabes, el trabajo siempre entretiene y últimamente ha estado medio estresante, con eso de que ya casi es fin de mes y hay que entregar cuentas al Jefe. Y por eso precisamente estoy aquí. Tú y yo tenemos un trato y no está resultando como acordamos.

–Discúlpame, no sé qué pasó –dijo Andrea.

–Vamos a hablar a calzón quitao, como dicen ustedes, ya estoy hasta la madre de tantas formalidades –el sujeto respiró hondo –. Pasó que la regaste.

–Ok, pero no sé por qué.

–Mira, fue tu grabación que dejaste en la radio. Tus predicciones zodiacales deben ser en vivo, así dice el contrato.

–Pero es que me iba a ocupar ese día, tuve que grabar mi predicción para que la pasaran, y sólo había espacio en la frecuencia más temprano para hacer eso.

–Y yo tengo que perder en el Apocalipsis, me agüito, neta, me dan ganas de mandar todo a la verga desde ya, pero no es así, así no son las cosas. El Jefe tiene sus planes y me tengo que aguantar, aunque ese día tenga cosas que hacer tengo que dejarlas pa que cuando Él diga “Sale, mi Lucifer, hoy es el día en el que te cargó el diablo”, disculpa la redundancia, ese día sea. No antes, ni después ¿Te imaginas? “Pérate, es que hoy tengo que sodomizar a unos diputados, mejor mañana… o ya sé, mejor retrocede el tiempo y que ese día sea, así nos ahorramos el trabajo de los últimos dos meses”. Pos no, así no es.

–Ya te entendí, pero pos no sabía que eso iba a pasar, a parte no leí eso de que las predicciones tenían que ser en vivo.

–Es lo mismo, con ustedes, siempre. Ay Andreita, la cagaste y feo, nos va a cargar la chingada a los dos y por tu culpa. Pinche Madame Salustia.

–Doctora, porque soy doctora, que haya dejado de ejercer pa dedicarme a esto es diferente.

–Chale, te digo, no cualquiera eh, no cualquiera. De verdad que me arrepiento de haber pactado contigo, pero un trato es un trato, haber cómo chingaos le haces.


Haber, te explico. La historia había sido simple. Andrea Vázquez era lesbiana y resultó que a su novia la encontró con una tal Enemesia Robles en la cama (sí, esa Enemesia, era bisexual). Andrea juró vengarse de esa desgraciada y fue donde conoció, en un bar, a este tipo con el que se encontraba hablando en su consultorio, y ya entrados en copas le contó lo que había sucedido.

–¿A poco así pasó? Qué mal plan… oye, dime la verdad ¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar?

–¿Qué pasó? Estoy peda pero no eres mi tipo.

–No hablo de eso, además sabes que en este ambiente cualquier hombre puede intentar abordarte.

–No creo, es un antro gay.

–A qué la fregada ¿Enserio? Mierda.

–Lo que quiero es matar a esa cabrona, no a mi ex, a la otra.

–Pues tú dirás.

–A poco eres asesino.

–A veces, pero sólo intelectual.

Después de que el tipo le explicó quién era en realidad, Andrea acabó por creerle cuando convirtió el whisky que ella bebía en charanda.

–Mira, ya en confianza, no puedo matar a un cabrón así nada más, no puedo actuar directamente en asuntos de los mortales por problemas burocráticos. Pero puedo persuadir o echar una mano para que ellos lo hagan. Tú quieres matar a esa tipa y a mí, haciendo un cálculo, me van a faltar doce almas para terminar bien este mes, ya si sobran mejor, pero deben ser las almas que yo te digo.

–¿Y eso?

–No puedo elegir a un wey nomás así, todo tiene su proceso, una acción tiene que llevar a la otra y no debo involucrar intereses personales en la chamba aunque así parezca, porque me cagan. Es como un dominó, tengo que tirar la primera ficha para que ésta tire a la otra y así nos vamos, al final pasa lo que quiero que pase pero sin que así parezca. El Jefe se da cuenta, pero como te digo, así es la burocracia y las lagunas en las leyes que hasta para nosotros aplican. Ustedes las llaman ley natural, azar, destino, karma, relatividad, teoría de los hilos, acción-reacción, ley cósmica universal. Si hay que matar a alguien que no debería de morir necesitamos todo un proceso para que no se altere la continuidad de la historia, o al menos para que se compense.

–Entonces ¿Cómo va a estar la cosa?

–Yo te hecho la mano pa que mates a esa wey, pero vas a tener que echarte a otros once primero para que esto pueda suceder. Así parece como si no la hubieses matado y de paso me mandas las doce almas.

–Ok, pero ¿cómo?

–Mira, estos son los nombres de las personas –le dio una servilleta –, tienen que ser forzosamente esas, si no es así entonces no va a suceder lo que queremos, cualquier cambio va a echar a perder el proceso y, si eso pasa, Dios nos agarre confesados, disculpa la ironía. Si todo sale bien de todos modos se darán cuenta hasta el final, pero no habrá pedo, porque se habrá compensado la continuidad universal, por eso tienen que ser estas personas de a webo.

–Sí, sí… ¿Cómo le voy a hacer?

–Tú nomás harías tus predicciones, te voy a pasar un poquito de mí para echarte la mano, pero, neta, Andrea, ten cuidado porque es general todo y puedes echarte a otra persona y ya te dije, nos va a cargar la verga. Estos weyes ya están destinados a irse al infierno y otro cabrón que llegue y no tenga por qué estar ahí y voy a tener que dar cuentas por mal uso y robo del material de trabajo.

–Juega ¿Y tengo que firmar? –Andrea rió.

–Claro. No son formas oficiales, no traen el sello de la empresa, esas las expide San Pedro. Las que manejo yo son para uso interno de mi sección. Deja la busco –comenzó a hurgar en su maletín –. A ver, traigo un desmadre. Mmmm, éstas son para pactos con pago por alma de por medio, es como pago con tarjeta de crédito sin intereses, el alma pasa a propiedad de nosotros pero se les sigue prestando como garantía nuestra. Y éstas de acá son para acuerdos de uso de campos para prácticas de aquelarres, si no las sacan se meten en un problemón y la neta luego no quieren pagar la plaza cuando les cae reglamentos en plena celebración. Éstas otras son para autorizar el uso de medios cibernéticos en muertes asistidas, tuvimos que hacer estas formas cuando a la pendeja de Enma Ai, la hellgirl, se le ocurrió crear su página web del infierno en lugar de usar el correo convencional. A ver, no esta es para refrendos de contratos… ¡Aquí está! Uso de prácticas paganas para abastecimiento de almas. Fírmale aquí, te presto una pluma.

–Ok… oye, ya no tiene tinta.

–Ah cabrón, no jodas, y es la última, la empresa me acaba de entregar un paquete el siglo pasado. No debí prestársela a Allan Poe, cabrón, dijo que nomás un libro y luego se hizo el pendejo cuando se la pedí, no la quería soltar, que ya me la había entregado, que luego me compraba otra, no, fue un pedote pa que la regresara. Haber, te presto la mía.

–Sale, ya está.

–Ok, ahora firma esta de aquí… y aquí… la hoja verde de abajo también… aquí también… luego aquí… ya casi eh… ahora regálame otra firmita aquí… y aquí… y aquí… aquí también… y aquí. Sale… ah no, pérate… acá también, que esta hoja se va al archivo personal. Gracias.

En ese momento Andrea vio a sus víctimas en su cerebro, cómo si las conociera, la lista ya era obsoleta, aun así la conservó. Si la persona creía o no, no importaba, acababa siendo tachada de su lista. Empezando al día siguiente con Pacheco López, el pez pescado indiferente que no conocían ni en su trabajo; Venustiana Morales, la actriz porno Venus T. quien olvidó darle de comer a su gato McGyver; el músico Lorenzo Padilla que estuvo a punto de meterse a la cama con las dos reporteras, Esperanza y Libertad, al mismo tiempo; la guapa asistente de El mago del antifaz, Casimira Corona, amiga de Eulogio Salazar el payaso quien a su vez era amigo de Gumaro Andrade, el repartidor de periódico y hasta ahí todos figuraban en su lista.


Ya regresando al consultorio con Andrea y don Sata.

–Pacheco López, Venustiana Morales, Lorenzo Padilla, Casimira Corona, Eulogio Salazar, Gumaro Andrade, esos son los nombres que deben estar tachados en tu lista hasta el día de hoy y creo que nomás tienes a los primeros cuatro. En lugar de los últimos dos están Blandina Gutiérrez y Filigonio Santos ¿Dónde carajos viste sus nombres en la lista?

–Es que…

–Es que nada –inturrumpió el sujeto a Andrea –. Si no hubieses grabado tu predicción pa que la pasaran más temprano, Blandina no hubiese subido el volumen de la radio de su coche, su cerebro no se hubiese encontrado tan al pendiente y hubiese atropellado al pinche payaso de Eulogio, ese wey es el que tenía que chupar faros, pero no, el cabrón sigue fumando delincuentes con filtro. A la Blandina se la hubiesen llevado a la cárcel y obvio no se hubiese muerto porque no habría llegado al excavación y la nota de su deceso no hubiese existido y Filigonio Santos no se hubiese frustrado porque las reporteras le hubiesen ganado tal nota, no hubiese subido a la azotea a llorar su desgracia y así no hubiese visto a Gumaro queriendo suicidarse y no lo hubiese rescatado, ese, Gumaro Andrade es el que debió haberse embarrado en la calle y ya estaría rindiéndome cuentas en el infierno…¿Qué pasó? El wey está en el hospital en coma, pero vivo. Filigonio, el pobre Pozoles, muerto, ese cabrón ni en el infierno me sirve pa atizar el fuego.

–Hubiese –reclamó Andrea –. El hubiese no existe.

–Ah que mamona eres.

–Tons ¿Se acabó?

–No, eso quisieras, hija de Walter Mercado. Tú vas a cumplir. Imagínate cuando me caiga la supervisión ¡Madres! Peor si me mandan a San Miguel Arcángel, ese wey es un ojete, nomás me quiere fregar. Pero orita lo que más me apura es que va a venir la jefa de capital humano a hacer auditoría, ella no se anda con emisarios, no conmigo, a ellos los tiene nomás para ustedes, a mi negocio va personalmente cada mes, Doña Muerte, ay wey, ¿Qué le voy a decir? ¿Qué una pendeja la cagó? A ella no le importa, es bien fría y me va a cargar el muertito, claro, como siempre. Yo no sé, a esos dos cabrones los quiero muertos, ya los weyes que no debieron haberse petateado a ver cómo le hago pa justificarlos.

–Pero pos ¿cómo le hago?

–Lo de las predicciones ya valió madres, lo que te había pasado de mí ya no lo tienes, no respetaste el acuerdo como era… pos yo tampoco. Las fichas se cayeron hacia otro lado, lo bueno es que ya las pude parar y no pasó nada hoy. Lo demás te lo dejo a tu criterio.

–No mames ¿a poco quieres que yo personalmente los mate?

–Tú verás, pero firmaste un convenio y ya no me importa cómo pero lo vas a cumplir, si no yo mismo te voy a cargar hasta el infierno aunque me meta en más pedos. Te aconsejo que empieces con los que deberían seguir, deja al final al Eulogio y al Gumaro porque luego la vuelves a cagar, eso sí, mátalos antes de Enemesia que es el blanco final, para que no se altere nada más. De rato, luego nos vemos porque tengo que darle de comer al Cerbero y luego se pone medio agresivo cuando no traga, me hizo un desmadre en el jardín la última vez.

–Es que no me atrevo –Andrea sacó la servilleta con los nombres.

–Te voy a decir lo que le dije a Eva, otra que la cagó: Nomás es de que abras los ojos, mamacita. Sale, te dejo… y ahí te hablan, tienes visita.


Se escuchó el timbre de la recepción del consultorio. Andrea volteó y cuando volvió la vista a su invitado él ya no estaba. Andrea salió a la sala de espera, al ver a aquella mujer que vino a consulta no pudo evitar decir en voz alta.

–Eres tú, Enemesia Robles.

–Ah –expresó sorprendida –. Enserio, no lo creo, sabes mi nombre, yo decía que eras buena pero no creí que tanto. ¿Sabes a lo que vine?

–Claro –dijo Andrea en su papel de Madame Salustia (ok, ok, doctora) –, lo sé, pero ya cerré –completó al saber que no podía hacer nada en esos momentos para mandarla con el visitante anterior.

–Pero dice que cierras a las…

–Sí, sí. Pero tengo que presentarme en otro lugar, por favor, llama para hacer una cita –dijo sacándola casi a empujones del lugar.


Andrea salió corriendo de su consultorio sin notar que la servilleta que contenía los nombres de las víctimas no había entrado bien en el bolsillo de su chaqueta. Llegó a las oficinas de El fisgón del centro, hurgó entre los papeles de los empleados y encontró, para su fortuna, la dirección de Escolástica Pineda. Recordó el horóscopo del día para cáncer, el signo de la pobre ex-empleada, había que tratar de conservar la dignidad. “Cáncer. Una visita inesperada te mostrará un lado de la vida que aún no conoces y que Dios te cuide”


De regreso con Enemesia, la decepcionada trabajadora de la sex shop “La gatita de Cheshire”, regresó al lugar de donde fue echada, tal como lo había dicho la doctora, iba de salida. Al comenzar a caminar de regreso a casa notó que en su zapato una pequeña servilleta se había adherido, la despegó con su pie libre alcanzando a distinguir un nombre: Gumaro Andrade. Levantó aquel trozo de papel y no le hizo falta ser muy conspicua para notar que algo andaba mal.


En otro lado de la ciudad, la puerta de Escolástica Pineda sonó. Ella abrió.

–Tú eres la Madame Salustia, Andrea ¿verdad? No tuvimos el gusto de conocernos en el trabajo –dijo sorprendida –. Qué raro verte por aquí.

–Doctora, soy doctora. Vengo a mostrarte un lado de la vida que aún no conoces –dijo la mujer con las manos en los bolsillos de la chaqueta –… y que Dios te cuide.

Requiscat In Pace

…..

–Uyuyuyuyuy, Madrigalito, te digo, cada día le atizas más a esa yerba –Qué pasó –Yo sabía que era esa vieja, nomás que a ti te gusta hacerla de emoción. Pero hay algo que no puedo dejar de pensar –¿Qué? –¿Por qué don Sata tiene tanto de que preocuparse? –Ya ves, las cosas han cambiado mucho desde que Constantine le jugó chueco, tiene que cuidar sus interesas –Ahhhh, y qué onda con la Escolástica, ahora ya vas a hacer un rodeo de personajes, digo, ya la habíamos conocido por Pacheco López –Así lo exigió la historia –“Abandonar toda esperanza aquellos que entren aquí”.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Con/Sin dudas

Igual. Había terminado su jornada laboral, esta vez tarde, a las 2:00pm. Ese día se había levantado como de costumbre: a las 4:00am. Había ido a las oficinas de “El fisgón del centro” por su dotación de periódico y de ahí a repartirlo. La nota era como en los pasados días. En ese lugar en el que nunca pasaba algo interesante, de repente, comenzaron a suceder muertes diarias… sabía que la gente moría todos los días, pero casi siempre era de causas menos espectaculares.

Desde hace unos días todo era así, empezando por el tipo que había sido lanzado desde el sexto piso de su trabajo (claro, eso era lo que todos creían), después la mujer atropellada por un microbusero que había trabajado en un bar, “El gato de Marcella”, lugar donde se estrenaría el músico que le regalaba cervezas a cambio del periódico, eso horas antes de ser apuñalado en una tienda. También llevaría la noticia de la muerte de la amiga de Eulogio, el tal Pagliaccio, su compañero de parrandas, a quien no le encontrarían pruebas suficientes para acusarlo de asesinato. Ahora llevaría la otra mala nueva: una arqueóloga muerta por el descubrimiento en el que colaboraría.

No le desagradaba su trabajo, pero tampoco le gustaba ser el portador de las malas noticias, a ese que miraban mal por la sangre escurriendo del periódico y que aun así compraban –Pinches viejas, ya les he dicho a la Hope y a la Liber que no se manchen con los encabezados… “Testigo silencioso. Asesino jurásico”. Qué chingaderas. De por sí la gente me ve feo, ¿qué les voy a decir? “Hay me disculpa si le mancho de sangre sus manitas seño, nomás límpiese con su vestido y ya está, ah no, ps es blanco, ni hablar, de todos modos ya está medio ruca pa que crean que anda en sus días”. Cabronas –.

Ahí en la azotea de las oficinas de “El fisgón del centro”, con una manzana en la mano, estaba el famoso repartidor del periódico: Gumaro Andrade. Tenía un solo pensamiento (mejor te lo digo después).

Ese día, antes de salir de las oficinas a repartir el periódico lo había detenido Andrea Vázquez.


–Espérate, Gumaro –dijo Andrea –. Es que la cagué, en las predicciones, las de ayer.

–¿Y? –respondió Gumaro –A mí qué, y si la cagaste ayer por qué dices hasta orita.

–Es que no sabía que la iba a cagar, bueno, yo no la cagué, fueron las circunstancias. El punto es que esa nota que llevas no debería de ser, hubo un accidente.

–Sí, ya me di cuenta, por eso la nota. Y ni modo que quieras que no lo venda, o qué esperas que haga.

–La verdad ya ni sé, ya mejor vete.

–A mí se me hace que te metiste algo bien fuerte, según tú para hablar con los astros.

–Total, a ti que más te da, tú ni crees en eso.


Y así partió Gumaro sin darle importancia a lo que le había dicho esa mujer –Pinche Andrea, ta bien loca, y pinche nombre feo, con razón se puso Salustia, ah perdón, Doctora, pos sí, no cualquiera… no cualquiera –.

Sus paradas no son muy importantes. Dejar el periódico aquí, allá, en una casa, en otra. Meterle el periódico por debajo de la cortina del local de Don Régulo durante toda la semana y al final decirle que le debía siete, nunca fallaba. A las 7:00am llegar con doña Eugenia, una señora que vende jugos en el parque, tomarse un café con ella y con la Chapis, la muchachita precoz que le ayudaba (no te diré su edad para que no haya problemas legales); ahí se esperaría media hora mientras platicaban de lo mismo: que doña Eugenia se había quedado huérfana a muy temprana edad, que era viuda y se hacía cargo de sus dos hijos, que el hermano de la Chapis ya había golpeado a un tipo por andar tras ella y que después, este consanguíneo protector, se había ido a su casa a meterse con una adolescente igual de precoz que su hermana quien ya le andaba “tirando el calzón” a un repartidor de refrescos, a un microbusero, a un profesor de ética y a un abogado que tenía a su cargo un caso de estupro. La pura variedad.

Varias entregas después llegaría con Eulogio.


–¿Qué pasó Eulogio? Te veo agüitadón –dijo Gumaro.

–No mames, pos ya ves, la Casimira se nos fue.

–Ni te aflojaba.

–¿Qué pasó? Más respeto. Además ando medio desvelado.

–Cabrón, te fuiste a chupar y no me avisaste –reclamó el repartidor.

–La traigo atrasada y ayer que regresaba como a las cinco de la mañana una pinche vieja casi me atropella. Casi salgo en tu periódico.

–Ah chingao ¿Cómo estuvo?

–Pos ya ves que ayer ni te vi, pos es que fui a las oficinas directamente a comprar el periódico, quería ser el primero en enterarme de lo de la Casimira. Acababa de salir de la delegación y me fui a tomar un rato, todavía ni me quitaba el maquillaje. Llegué a las oficinas bien pedo. Ya me fui leyendo la nota en el camino y hasta me aventé mi horóscopo: que un día relajante, que camarón que se duerme… ¡la verga! Tu pinche amiga está bien loca. Te juro que me quedé dormido y como que un ruido me despertó… era una vieja en su carro que se había subido a la banqueta, si apenas la alcancé a librar.

–No pos si estuvo grueso, échate un bolillito pal susto. Luego nos vemos porque tengo otros entregos. Te dejo el periódico.

–Simón. Deja veo como vienen hoy los consejos de la Tía Milagros.

–Uh, están bien buenos, pinches casos bien cachondos le mandaron.

–De rato pues. Ah, Gumaro, y no es “periódico”, pendejo, es “diario”, sale todos los días, no seas wey.

–Újule, pinche payasito delicado. Muy letrado, muy culto.


(Bien, después de la corrección que ha hecho Eulogio, nosotros también diremos que es “diario” a partir de hoy. Tengo mis razones, después de todo, Eulogio es todo menos iletrado, que le guste ser malhablado es diferente). Gumaro se retiró.

Este hombrecillo siempre dejaba un periódico (ah, pues, diario) al final. Aunque le pidieran ese ejemplar e inclusive le ofrecieran más dinero no lo vendía. Fue a una frutería, compró una manzana, a él no le gustaban las manzanas, pero a alguien mas sí… a la dueña de ese último periódico (diario, diario).Esperó durante media hora antes de que Enemesia Robles saliera de su trabajo, a comer. Dos meses antes ella se había metido a la cama con cuatro hombres a la vez, dando rienda suelta a sus más bajos instintos mientras era grabada sin saberlo. El video rodó por toda la ciudad y llegó (yo que sé cómo, creo el músico, Lorenzo, se lo había prestado) a las manos de Gumaro. Enemesia, por ese detalle, tuvo problemas para conseguir empleo hasta que un gay, dueño de una sex shop llamada “La gatita de Cheshire” (El gato de Marcella, La gatita de Cheshire… sí, hay muchos gatos en este lugar, sin contar al McGyver de Venustiana, y que Pacheco López, que no lo había dicho, tenia un gato que iba siempre a su casa por comida al que bautizó como Schrödinger… aun odio a ese gato, no el de Pacheco, el de Schrödinger y su maldito suicidio cuántico, en fin, ya nos salimos del tema). Este tipo, el gay, había visto el video de Enemesia y la contactó para atender su negocio (habrase visto lógica tan aplastante). Ahí la conoció Gumaro, poco menos de un mes antes de este día del que estamos hablando (no pienses mal, en realidad nuestro repartidor probó nuevas zonas para vender y como en muchos negocios se aburren pues ahí se metió). Él le regaló el primer diario, era un gancho infalible para hacer nuevos clientes; al darse cuenta de que aquella mujer era la misma protagonista de aquel video quedó perplejo, talvez era su cabello color roji-chocolate extraño con raíces negras, o sus ojos color común, o el desenvolvimiento que había tenido en el video al verse enfrentada a cuatro hombres diferentes; pudieron ser muchas cosas, incluso que era muy guapa… si, mas bien pudo ser eso. Por su parte, Enemesia, quedó maravillada con aquel diario, en especial con la sección de la Tía Milagros y el horóscopo de la Doctora Madame Salustia. Con relación a esta última, Enemesia, no conforme con leerla en el diario, también la escuchaba por la radio, la veía en el televisor y estaba por decidirse a ir a su consultorio que estaba en el centro de la ciudad. Gumaro había terminado por regalarle el diario diariamente desde aquel día y siempre, a la hora de la comida le leía su horóscopo.


–Haber, Gumaro –dijo Enemesia mientras comía –¿Qué dice mi horóscopo?

–Tauro –respondió Gumaro –, tu tiempo aun no ha llegado, se paciente, los astros han decidido que esa oportunidad puede llegar cuando menos te lo esperes, y que Dios te cuide.

–Sale, pues no sé de qué tiempo esté hablando pero está bien ¿no?

–Es que no sé por qué crees en eso –respondió Gumaro –, si conocieras a esa mujer, la neta está medio safada.

–Llevas diciéndome un mes que me vas a conseguir una consulta gratis con ella, que estás palanca y nomás no. Por cierto ¿qué signo eres tú? Nunca me lo has dicho.

–Libra.

–Haber, leelo.

–Nel, yo pa qué.

–Ándale, no seas así, nomás por curiosidad.

–Sale pues, nomás porque tú me lo pides. "Libra, hoy darás un dulce regalo a una o más personas, y que Dios te cuide"… ¿Ya? No pos que chingaderas, eso qué, ¿haber?.

–Ya ves –dijo Enemesia –¿Me vas a decir que no me trajiste mi postre hoy?

Gumaro se quedó callado, no quería decepcionar a Enemesia, pero tampoco quería darle la razón a Salustia. Dudó un poco más.

–Mañana te doy dos manzanas.

–Ah, qué caray, yo que hasta ni pedí la tercera torta, para hacer espacio.


Ambos se levantaron de aquella mesa, se dirigieron al trabajo de Enemesia y, antes de que ella entrara a aquel lugar comenzó la hecatombe que había llevado a este tipo a tomar una decisión drástica.


– Oye, te iba a decir, bueno, te voy a decir –comenzó Gumaro –. Es que… pos… ya desde hace tiempo quería decirte… pero… es que mira… tú sabes… ¿sí? ¿no?... que pues… ya ni sé como decirte… pero si te voy a decir… ya te dije que quería decirte… a lo mejor… no sé… ¿cómo ves?... podríamos si tú quisieras… o no sé… bueno, orita me dices… pa saber… sucede que… ira, es que yo… pues tú… chale, déjame organizarme. Pos tú eres una chava bien a toda madre y quería ver si… pos si quieres y te agrado como para eso… si quieres andar conmigo.

–Íjole –respondió Enemesia –. Pues es que yo… tú sabes… ¿sí? ¿no?... que pues… yo… la verdad es que… pues no sé si te diste cuenta… a lo mejor sí… ya sabes… eso… lo que se soltó hace dos meses… a lo mejor y te sientes incómodo de lo que diga la gente.

–No, cómo crees.

–No pos la neta… pos es que ya traigo chavo, Gumaro… ah, y ya me tengo que ir, de rato.


Enemesia se retiró dejando a aquel hombre a su suerte en las puertas de aquel negocio.

Una hora después, Gumaro fue a entregar la cuenta a las oficinas del diario, subió a la azotea para fumar un rato y ahora estamos en el principio nuevamente.

Ahí todo se veía tan sencillo, no se requería el máximo conocimiento en la ley de la gravedad para saber que la aceleración de nueve punto ocho metros sobre centímetro cuadrado agregada al peso de Gumaro haría que la ya mencionada ley terminara por quitar a nuestro querido repartidor de la lista de espera en el cuadernillo de doña muerte (que ya dije, no es la death note). En pocas palabras, que aquel tipo quedaría embarrado en el piso como cucaracha en un desfile el día del aniversario de la revolución.

Talvez estaba enfermo, mal de la cabeza (si tú quieres llamarlo estúpido, también) pero lo cierto es que el “no” de Enemesia le había destrozado aquella víscera bombeadora de plasma vital.

Algo que no sabía Gumaro era que el “Pozoles”, ese reportero de segunda plana que vivía a las sombras de Esperanza y Libertad, subiría en el momento en que se disponía a saltar. El “Pozoles” había subido decepcionado por el hecho de que las reporteras ya mencionadas le quitaron una nota que pudo haberle lanzado un escalón más. Sólo subió a gritar su desgracia cuando vio a Gumaro queriendo saltar. Su instinto de superhéroe le hizo correr hacia el repartidor, jalarlo, haciendo que una curva en su trayectoria aplicara la segunda ley de Newton, rompiera el cristal de una ventana del piso próximo bajo, cayendo sobre unos escritorios de las oficinas. Lamentablemente para Filigonio Santos, el “Pozoles”, fue duro sorprenderse cayendo por la inercia de su heroica reacción. Dos hombres cayendo, los dos bajo el signo de libra, sólo uno seguía respirando: el que no quería vivir.

Talvez lo que ignoraron es que aquella situación trajo para Esperanza y Libertad un dulce regalo, pues ahora tendrían más tela de donde cortar mientras encontraban al sustituto de Filigonio y claro, con la noticia que tocaba a sus puertas desde adentro. Gumaro, ajado, escuchó unas voces lejanas.


–¡Puta madre! –decía Libertad –El Pozoles ya se despansurró, ira nomás cómo quedó el pobrecito.

–Pérate wey, acá está el Gumaro –dijo Esperanza –. Gúmaro, abre los ojos, cabrón, no te nos vayas tú también, a ti si te queremos.

Requiscat In Pace


…..

–Supongo que estamos dentro del accidente –Sí –Tons la Salustia sí anda de versión barata de “El asesino del zodiaco” –Es lo que me saco por ser tan boca suelta, puedes hacer más conjeturas, ya te dije, nada está escrito y menos ahora –Pos si nada está escrito yo digo que lo escrito, escrito está –… –No mames, ya párale a tu tren, Madrigal, ya huele a mariguana la caldera –Mira que viene lo bueno, aquello del accidente hizo que al día siguiente se desatara una fuerza letal en una sola salida de sol –Que te jodan. El Gumaro nomás quería echarse un polvo, la neta, ni modo que fuera amor lo que sentía al ver a aquella vieja coger en un video, nel, se la quería chingar. Aquello que hizo se me hace que fue porque nadie quería echarse un polvo con él y si ni la Enemesia quiso pos valió corneta –Andas media cabroncita, Nueve –“Abre los ojos”.